¿NIÑOS VIOLENTOS O CHIVOS EXPIATORIOS?Los adultos solemos asociar la intimidación entre pares con epidisodios puntuales de agresión física. La palabra de los niños y niñas nos permite dimensionar el problema para poder ayudarlos. En el XXIV Congreso científico argentino de estudiantes de medicina (CoCAEM) se presentó el trabajo “Intimidación entre pares (bullying) en el ámbito escolar. Comparación de la percepción de los docentes con la de sus alumnos” donde se pudo observar que la conceptualización de las maestras sobre el problema de la intimidación entre pares suele ser más estrecha que la de los propios niños y niñas. En general el foco de interés de las docentes consultadas está puesto en casos puntuales o situaciones muy llamativas de agresión física entre alumnos de sexo masculino. Esta mirada más focalizada en algunos casos y tipos de agresión, podría incidir en una subestimación de la real magnitud de este problema y en la falta de reconocimiento del “abanico” amplio de formas de manifestación de este fenómeno. A través de la investigación pudimos comparar la dinámica de esta problemática y comprender que los adultos solemos prestar más atención a la agresión física, porque es la más visible y más reportada por los estudiantes a los docentes y padres. Sin embargo los niños y niñas vivencian otras agresiones con mayor frecuencia. Las agresiones verbales: insultos y el menosprecio en público y aquellas de tipo relacional que daña los vínculos sociales. Aquellos casos puntuales que suelen ser identificados fácilmente por las docentes y los propios niños y niñas, representan según la investigación desarrollada en 8 escuelas de Bahía Blanca un grupo minoritario (13%) que está constituido por chicos y chicas que son parte activa y sostenida de las situaciones de intimidación. Es importante comprender que la participación por parte de los niños y niñas puede variar a lo largo del tiempo e incluso terminar. Muchas veces la participación reiterada lleva a que problema se torne cotidiano, a la frustración docente al pensar que no se puede cambiar o a creer que ese niño o niña tiene toda la responsabilidad del hecho. Es necesario que en la institución educativa se reflexione para evitar que se construyan en “alumnos problema” cumpliendo con el rol de “chivos expiatorios” de todas las situaciones de conflicto. Sería oportuno tener en cuenta otros determinantes del surgimiento de estas prácticas como la naturalización de ciertas conductas violentas, por ejemplo los insultos, apodos o la expresión de la masculinidad a través de la agresión, que al no reflexionar sobre estas formas de relacionarse dan a entender a los más pequeños que son las correctas, sin cuestionarse si pueden herir los sentimientos de los demás. Es necesario también pensar cómo nuestra práctica docente puede habilitar estas situaciones, un ejemplo de ello son los procesos de aprendizajes basados en la competencia, los estudiantes que tienen mayores dificultades u otros tiempos suelen avergonzarse y molestar para no quedar en evidencia. Una manera de fomentar la solidaridad y el compañerismo es cambiar la metodología por los trabajos colaborativos en grupos. Otro aspecto que tienen en cuenta los niños y niñas es el ejemplo que le brindan los docentes, su coherencia entre lo que dicen y hacen y si son justos a la hora de evaluar y retarlos. Ser ejemplo y guía para los niños y niñas fomenta la confianza para contar si viven o ven situaciones de intimidación y el respeto al docente como figura de autoridad.
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¿LA AUTORIDAD DOCENTE SE CONSTRUYE?¿Cómo afectan los cambios en la historia a la autoridad docente?¿Vivir el presente o criticarlo desde el pasado? ¿Cómo superar el problema de la autoridad?
La concepción y el rol, que nuestra sociedad y cultura, asignaban a los y las docentes ha cambiado con el paso del tiempo. Estos cambios no se incorporaron y/o aceptaron tan rápidamente en los procesos de formación profesional ni a la práctica educativa. Las consecuencias se observan en las problemáticas asociadas al reconocimiento de la autoridad en el aula. Brawer y Lerner[1] hacen una contextualización del rol de la Escuela y el docente en la historia argentina de gran utilidad para pensar estos conceptos, sus influencias en cada institución escolar y dificultades para la implementación del marco legal vigente. La autoridad se construyó en la escuela como algo heredado, el maestro era la figura del saber. Este hecho y el pertenecer a la escuela brindaban a su palabra el carácter de irrefutable. La subordinación se daba debido a que el maestro era representado como la llave al progreso social y la escuela su puerta. La autoridad entre adultos y niños se daba por orden natural. El paradigma que sostenía la convivencia era el disciplinar, donde se veía al conflicto desde una perspectiva negativa, la sanción como medida de justicia, se manejaba una visión dicotómica de la realidad que se dividía entre lo que está bien y lo que está mal. Con los cambios en el contexto histórico, la crisis del Estado de Bienestar y el proceso neoliberal, el lugar de la Escuela pasó de ser el acceso al progreso a la satisfacción de necesidades básicas como ¨la copa de leche¨. La Escuela y figura del docente eran cuestionadas, perdieron su sentido de vía para un futuro mejor. Con la firma de la convención de los derechos del niño y las modificaciones en las relaciones de las familias basadas en el afecto, cambió el paradigma que entendía a los niños y niñas como sujetos de protección, objetos de las decisiones de los adultos al de sujetos de derechos. Se modificaron las relaciones entre adultos y niños con el avance de las tecnologías, los mayores dejaron de ser la ¨autoridad de saber¨. Al estar en igualdad de condiciones, éstos debieron empezar a legitimar su autoridad y ésta a ser respetada por los niños y niñas desde la libertad y la razón no por la obligación. Esta nueva forma de ver a los niños trae consigo un nuevo paradigma participativo, que exige al docente que legitime su autoridad. Esta necesidad de legitimación entiende al otro como ser racional, libre que tiene potestad sobre su vida, que lo reconocerá por su valor como guía en el proceso de aprendizaje y no por estar obligado a hacerlo. En la actualidad la necesidad de legitimar la autoridad implica la necesidad de construirla. ¿Cómo puede el docente construir o fortalecer su autoridad?
[1] Brawer, M., Lerner, M. Violencia. Cómo construir autoridad para una escuela inclusiva. Buenos Aires, Aique, 2014. Fuente: http://escuchandoalotroayudamos.weebly.com/uploads/4/3/3/1/43314957/guia_2015_ultima_version.pdf ¿POR QUÉ SE INVISIBILIZA LA INTIMIDACIÓN EN LA ESCUELA?Hay ciertas prácticas y conductas violentas en los niños/as, que por ser habituales o reiteradas en los niños, dejan de llamarnos la atención. La intimidación entre pares puede y suele transformarse en algo cotidiano en la Escuela afectando a niños y niñas durante años
Muchas de las acciones de la vida cotidiana que experimentamos como naturales, son de carácter social, las hemos aprendido de nuestra participación en sociedad y nuestra relación con la cultura del lugar donde vivimos. La intimidación como otras prácticas de la violencia, al ser naturalizada, pasa a formar parte de la cotidianidad del establecimiento escolar y deja de ser visible para quienes no la sufren. ¿Qué significa que algo se ha ¨naturalizado¨? Significa que ha perdido su historicidad, se ha tornado familiar, se siente como que ha estado allí siempre, que nunca fue construido o nuevo. Al dejar de extrañarnos, al darlo por natural ya no nos preguntamos por qué hacemos algo de una forma y no de otra. Algunos ejemplos de la escuela pueden ser las maneras de organizar los espacios institucionales, la disposición de los bancos, los tiempos, hasta nuestras formas de entender a los niños y el rol docente. La naturalización de ciertas prácticas dan lugar a la intimidación y la invisibilización de la problemática. Un ejemplo son aquellas prácticas que se asocian a cuestiones de género, los estereotipos sexistas, como por ejemplo la asociación de la masculinidad con la violencia. ¨Los varones siempre se pelean, hay que dejarlos para que se defiendan solos¨ o ¨Las niñas son más pasivas, por eso se dejan insultar¨, ¨Es típico de las nenas hablar mal de otras, se relacionan de esa forma¨. Otro aspecto, muy común es asociar la intimidación con aquellos estudiantes entendidos como ¨problemáticos¨. En nuestra investigación los niños que son parte activa y sostenida de las situaciones de intimidación representan un grupo minoritario (13%) pero son rápidamente reconocidos por las maestras y también por los propios estudiantes. ¨Ese día funciona normal (cuando el que ejerce los maltratos no está presente). El día que falta podes dar clases y los mismos compañeros dicen: “no vino, ¡qué lindo que estamos hoy!” o si no te dicen: “¡Qué silencio!¨. Al ser reiterado su comportamiento es posible que se piense que esto no puede cambiar y pase a ser algo cotidiano. Es importante no asociar la problemática sólo a los niños y niñas que participan activamente, ya que ésta se sostiene por distintos aspectos, como por ejemplo el clima escolar que incluye tanto a los estudiantes, como a los docentes y familias. Es importante que en la institución educativa se reflexione para evitar que se construyan en “alumnos problema” cumpliendo con el rol de “chivos expiatorios” de todas las situaciones de conflicto. De esta manera se invisibilizan otras formas de maltrato de niños/as que lo hacen periódicamente, y las responsabilidades de los que no participan como los niños/as espectadores y los adultos. La forma de intimidación más percibida por los adultos es la violencia física, esto se debe porque es visible y porque es la más reportada por los niños y niñas a las docentes y familias. Los chicos/as refirieron como la forma más frecuente la agresión verbal. A veces solemos naturalizar ciertas formas despectivas de referirnos al otro, es importante asegurarnos que sea un juego para todos y que esta manera de intimidar no quede oculta, ya que por temor o verguenza los niños y niñas no suelen contar que sufren intimidación. Fuente: Neculpan Segura L; Ojeda S; Pérez S; Panizoni E; Costbel M; Priani A; Silveira F; Gomez Martin I; Repetto MP; Serralunga G; Jouglard E; Esandi ME, ¨Intimidación entre pares (Bullying) en el ámbito escolar. Coparación de la percepción de los docentes con la de sus alumnos.¨Rev. Asoc. Med. Bahía Blanca. 24(2):47-53, abr-jun. 2014 Fuente de la fotografía: Clarin. http://www.clarin.com/sociedad/formas-comunes-bullying_0_1381662066.html |
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Octubre 2016
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