Los niños y niñas están en un proceso de aprendizaje de las relaciones vinculares. ¿Qué podemos hacer los y las docentes para ayudarlos a construir vínculos sin recurrir a la violencia? ¿Cómo podemos alertar situaciones de maltrato entre pares si los niños y niñas no se animan a contarlas? La experiencia de los y las docente pueden despertar ideas para prevenir la intimidación en nuestras escuelas. Una maestra todos los viernes por la tarde pide a sus estudiantes que tomen una hoja de papel y escriban los nombres de los niños o niñas con los que les gustaría sentarse la semana siguiente. Los chicos y chicas saben que ese deseo puede o no cumplirse. También les pide que nombre a un compañero o compañera que, según su opinión, tuvo un comportamiento ejemplar durante esa semana. Los y las estudiantes entregan las hojas sin revelar nada a los demás. Una vez que los niños y niñas ya se han ido a sus casas, la maestra toma las hojas, las pega en la pizarra y las analiza buscando patrones. ¿A qué niño o niña nadie menciona como compañero/a de asiento deseable? ¿Qué persona no nombra a ningún chico o chica con quien quiera compartir asiento? ¿A qué alumno/a nadie elige nunca? ¿Quién tenía mil amigos la semana pasada y ésta ninguno? La maestra no busca una nueva forma de distribuir a las y los estudiantes, ni aquellos/as que muestran un comportamiento ejemplar. Lo que busca es identificar a los niños y niñas solitarias, quiénes tienen dificultades para vincularse con sus compañeros y compañeras. De este modo descubre a los chicos y chicas que han caído en grietas de la vida social del grupo, así como aquellos cuyos dones pasan inadvertidos para sus compañeros/as y ante todo quiénes padecen y ejercen situaciones de intimidación.
Los niños y niñas no suelen contar a las y los adultos si sufren o ven situaciones de intimidación por miedo o vergüenza. Nosotros que debemos ayudarlos no solemos enterarnos. Por esa razón estrategias como las de esta docentes, ayudan a visibilizar este tipo de situaciones y permiten que los adultos nos involucremos en el acompañamiento y guía del proceso de aprendizaje que a traviesan los niños y niñas para la construcción de sus vínculos de amistad. Los niños y niñas necesitan que les enseñemos cómo hacer amigos y amigas, cómo invitar a otros a jugar, como integrar a todos, cómo unirse al grupo, como compartir sus virtudes. Es una gran estrategia para prevenir y reducir las situaciones de intimidación. Cuando la docente terminó de contarle la experiencia, se le consultó : ¿Cuando inició con esta actividad? Desde el hecho de Columbine, lo realizo todos los viernes por la tarde, contestó.
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¿Cómo puedo abordar la convivencia si debo cumplir lo que me exige el Régimen Académico? ¿Qué recursos puedo usar? Existen materiales y actividades estipuladas en el Régimen Académico que nos ayudan a prevenir la intimidación entre pares y fortalecer la convivencia, una de ellas es la Educación Sexual Integral. Muchos de los conflictos y situaciones de violencia que se viven a diario en las escuelas se relacionan con cuestiones de género y el no respeto a las diferencias. El material y lineamientos del programa de Educación Sexual Integral nos brindan actividades y grandes aportes para fortalecer la convivencia y prevenir las situaciones de intimidación. Tanto los niños como las niñas sufren las consecuencias de los estereotipos culturales y sexistas, que conlleva desigualdad y discriminación en los distintos ámbitos de la vida. El papel de la escuela se vuelve fundamental. Trabajar desde la Educación Sexual Integral, con una mirada que contemple y respete la diversidad, es uno de los pilares centrales a la hora de trabajar en la prevención de las situaciones de intimidación en los espacios educativos. En las instituciones educativas, la Educación Sexual Integral constituye un espacio sistemático de enseñanza y aprendizaje que comprende contenidos de distintas áreas curriculares, adecuados a las edades de niños y niñas. Estos contenidos incluyen el desarrollo de saberes y habilidades para el cuidado del propio cuerpo; la valoración de las emociones y de los sentimientos en las relaciones interpersonales; el fomento de valores y actitudes relacionados con el amor, la solidaridad, el respeto por la vida y la integridad de las personas; y el ejercicio de los derechos relacionados con la sexualidad. De este modo, se pretende propiciar aprendizajes basados en el respeto por la diversidad y el rechazo por todas las formas de discriminación, así como ampliar el horizonte cultural desde el cual cada niño o niña desarrolla plenamente su subjetividad, reconociendo sus derechos y responsabilidades y respetando y reconociendo los derechos y responsabilidades de los y las demás. Al hablar de diversidad reconocemos que cada una de las personas de nuestra sociedad, y por lo tanto de nuestra escuela, tienen características individuales, familiares, culturales y sociales diferentes. Estas diferencias se manifiestan en cómo percibimos el mundo, cómo nos percibimos a nosotros mismos y a los y las demás, en cómo nos relacionamos y qué valoramos de lo que nos rodea. Estas diferencias son parte de nuestra sociedad pero muchas veces se transforman en desigualdades y son objeto de discriminación. En el marco de la Educación Sexual Integral, las formas en que se manifiesta la diversidad están relacionadas con modos de vida, configuraciones familiares, prácticas de crianza o socialización, orientaciones sexuales, modelos de ser varón y de ser mujer aprendidos en la historia personal y social. El reconocimiento de la diversidad implica promover el rechazo por todas las formas de discriminación y ayuda a la construcción de vínculos basados en el respeto que fortalecen la convivencia- La escuela debe abordar los estereotipos de diferentes maneras, siendo conscientes de que la institución escolar también los reproduce, en los usos de los espacios y en los discursos que circulan allí. ¿De qué manera podemos trabajar, desde la escuela, para contribuir a fomentar relaciones igualitarias entre chicos y chicas? ¿Cómo desnaturalizamos conceptos y actitudes para construir espacios educativos basados en el respeto a las diversidades? En primer lugar es necesario un clima propicio para el aprendizaje, donde todos y todas puedan expresarse, donde la palabra circule en el grupo y haya una escucha atenta y respetuosa. Así podremos lograr aprendizajes con otros, en un espacio común, con reglas construidas colectivamente. Es muy importante estar muy atentos a lo que sucede, no ignorar situaciones de conflicto interpersonales o grupales, abrir los espacios de reflexión para poder tratar estas situaciones conflictivas a través del diálogo. Del mismo modo, es fundamental trabajar en el reconocimiento, la expresión y la valoración de los sentimientos. Trabajar las emociones en la escuela se vuelve muy importante ya que allí se despliegan todo tipo de vínculos e interacciones. Muchas de las situaciones que se dan a diario en las aulas se relacionan con cuestiones de género, de la identidad y discriminación. Decidir si la Educación Sexual Integral debe ser abordada desde una perspectiva transversal o como un espacio curricular específico, requiere considerar, entre otros factores, la etapa de desarrollo de los niños y niñas, sus necesidades, intereses y derechos, el nivel educativo y la formación y capacitación de los docentes para desarrollar esta tarea. La transversalidad y la existencia de un espacio curricular específico no constituyen alternativas excluyentes. Ambas pueden coexistir en cada establecimiento y en la educación primaria y secundaria. Es importante tratar estos temas de modo interdisciplinario y permanente. Que toda la comunidad educativa se comprometa en ello nos ayudará a formar niños y niñas mas libres, con posibilidades de elegir sin miedos y sin discriminación, para caminar juntos hacia una sociedad más igualitaria. Fuente: http://www.me.gov.ar/me_prog/esi/doc/esi_primaria.pdf En nuestra sociedad coexisten múltiples identidades y modos de mirar el mundo, formas de pensar diversas que se expresan y conviven también dentro del ámbito escolar. Estas diferencias producen conflictos que a diario vivimos en nuestras aulas, por ello se vuelve fundamental educar para la diversidad, el respeto al otro y la tolerancia, lo que nos ayuda a reducir y prevenir las situaciones de intimidación y enriquece nuestra convivencia y nuestro transitar por las instituciones.
Es así que nos preguntamos, ¿cómo hacemos para que la convivencia democrática sea una práctica cotidiana en la escuela, donde todos y todas logremos un clima de diálogo y respeto?, las asambleas de aula son un recurso que puede ayudarnos a trabajar y responder esta pregunta. Muchas de las situaciones que vivimos a diario en la escuela pueden convertirse en oportunidades para el aprendizaje. No se trata de esperar a que se dé el conflicto para generar instancias de reflexión, sino que los hechos y contenidos que nos pasan día a día en las aulas nos permiten ir construyendo y aprendiendo colectivamente. Sin embargo, para que estas situaciones puedan ser puntos de partida para la reflexión es importante generar los espacios que habiliten el diálogo y el encuentro, donde se puedan reconocer los problemas entre todos y todas y la palabra circule democráticamente. En este sentido, incorporar y sostener dentro del año curricular estrategias como las asambleas de aula nos permite partir de lo cotidiano para trabajar con los niños y niñas, buscando mejorar la convivencia y con ello reducir las situaciones de intimidación. Desde un enfoque basado en los derechos, se impulsa la autonomía de los y las estudiantes dentro del ámbito escolar, la toma de conciencia sobre sus derechos y el reconocimiento de sus intereses y puntos de vista. En esta línea, la participación estudiantil encuentra un lugar muy valioso en las asambleas de aula, un lugar donde se trabajan temas de interés común, se aprende a argumentar, se promueve el diálogo como relación horizontal y se democratizan las decisiones. Además, esto conlleva un gran aprendizaje para la ciudadanía, en cada asamblea los miembros de la comunidad educativa incorporan actitudes, valores y competencias democráticas. Las asambleas de aula son así una estrategia que permite acercarnos a la participación protagónica infantil, una participación real, situada, que vaya aumentando con el transcurrir de los encuentros. Los niños y niñas van adquiriendo cada vez más experiencia y herramientas para asumir tareas en la organización y desarrollo de las asambleas, en el registro y la mediación, para que los adultos podamos ir corriéndonos de esos lugares hasta llegar a lograr asambleas realmente horizontales. Para ello es fundamental que habilitemos la escucha, que los temas tratados sean elegidos desde los intereses de los niños y las niñas y que su punto de vista sea tenido en cuenta y respetado. Las asambleas dentro de la escuela son además un espacio muy rico para trabajar los contenidos curriculares. Llevar los temas trabajados en clase a la asamblea nos permite encararlos de un modo diferente, generando aprendizajes más transversales e integrales y menos segmentados, a la vez que estos aprendizajes cobran otros sentidos y significados para los y las estudiantes. Además, vincular las asambleas con los contenidos de la currícula nos permite utilizar este recurso de forma sistemática y sostenida en el tiempo. Generar y sostener espacios de participación dentro de la escuela, donde se conciba a los niños y las niñas como protagonistas de los encuentros y los aprendizajes es un paso necesario para democratizar las instituciones educativas. Sólo escuchando al otro y construyendo con él lograremos mejorar los climas escolares, generar respeto hacia lo diferente y reducir la intimidación en nuestras aulas. Uno de los pilares fundamentales en el trabajo por reducir la intimidación entre pares y generar climas escolares más democráticos es la comunicación entre los integrantes de la comunidad educativa. Una comunicación basada en el diálogo como relación horizontal, que nos permita conocernos y acercarnos, que habilite la expresión de las pluralidades y respete las diferencias dentro de la escuela.
Por ello, para democratizar la palabra, es necesario generar espacios de escucha activa, que inviten a la participación de los niños y niñas, así podremos entender sus problemáticas, sus inquietudes y sus deseos para acompañarlos y ayudarlos en sus recorridos escolares. La participación real y protagónica de los niños y niñas en las instituciones educativas implica que tengan la capacidad y la libertad para expresar opiniones que sean reconocidas por el entorno y que afecten la vida propia dentro de la comunidad en la que se encuentran. Y aquí es donde aparecen las asambleas de aula como una herramienta fundamental de escucha, de debate y de respeto. Las asambleas de aula permiten abordar los asuntos, problemas, inquietudes que afectan al grupo desde un enfoque de participación democrática. Los niños y las niñas pueden expresarse y ser escuchados al mismo tiempo que escuchar a sus compañeros, en un espacio y tiempo habilitado exclusivamente para el diálogo grupal y el respeto de las opiniones. Además, esta herramienta permite que las decisiones sean tomadas en forma colectiva y democrática, por consenso o por votación, constituyendo una pieza fundamental en la formación ciudadana. Facilitan la adquisición de valores y actitudes participativas y democráticas, como el respeto, la justicia, la tolerancia, la cooperación y la ayuda. Las asambleas son un lugar adecuado para tratar colectivamente todas aquellas cuestiones que afecten al grupo, como por ejemplo: - Dialogar o analizar temas de interés para los alumnos. - Planificar proyectos o actividades. - Pensar y debatir los acuerdos de convivencia escolares. - Solucionar conflictos de grupo. - Tomar decisiones colectivas. - Realizar el seguimiento y análisis de los acuerdos establecidos. ¿Cómo organizamos una asamblea de aula? Hay algunos puntos a tener en cuenta a la hora de planificar las asambleas:
Las asambleas de aula pueden desarrollarse en todos los niveles de la educación, nos ayudan a crecer juntos, a decidir colectivamente, a aceptar las opiniones de los demás, a respetar y exigir respeto a la hora de ser escuchados y tenidos en cuenta. Crear un ambiente donde niños y niñas se sientan libres de expresarse es la base de una participación protagónica, donde a partir de la escucha logremos mejorar el clima de las clases, de la institución, y fomentar el respeto, lo que contribuirá también a reducir la violencia en nuestras escuelas. La intimidación entre pares es un fenómeno que preocupa por su frecuencia y por los efectos perjudiciales que provoca en la salud tanto de los niños y niñas que agreden como quienes reciben los maltratos. La investigación científica nos brinda herramientas nuevas para entender esta problemática.
La intimidación entre pares es un problema que tiene lugar en la escuela desde hace mucho tiempo. Pero los niños y niñas que concurren a estos establecimientos ya no son los mismos, son comprendidos desde otro lugar al igual que el propio establecimiento y sus docentes. ¿Desde que miradas vamos a comprender las situaciones de intimidación en las escuelas para poder abordarlas en su real dimensión? Es necesario asumir una mirada que analice la intimidación entre pares a nivel grupal. El hostigamiento entre pares es entendido como el resultado de las relaciones en el seno de un colectivo y no solamente un comportamiento individual. Es un fenómeno que resulta de una compleja trama de interacciones entre el niño y la niña con sus pares, las y los adultos de escuela, la familia y la comunidad; La visualización de esta problemática desde un punto de vista ecológico, que se aleja del enfoque individual, permite una comprensión diferente a la que habitualmente hacen los medios, la comunidad o incluso algunos integrantes de las escuelas, centrada en la persona, en “el/los niño/s o la/s niña/s conflicto. Los resultados del estudio realizado por la Universidad del Sur de Bahía Blanca y la Universidad Nacional de Córdoba, permitieron constatar que, efectivamente, la intimidación entre pares tiene un comportamiento dinámico. Los niños y niñas pueden asumir distintos roles (intimidar, ser intimidado, ejercer ambas conductas) y estos pueden cambiar a lo largo del tiempo. Por ejemplo, la investigación realizada relevó que algunos (13%) intimidan o sufren el hostigamiento de manera constante, mientras que otros (32%) se involucran sólo transitoriamente. Este enfoque permite descartar aquellas teorías que asocian al hostigamiento exclusivamente a características inmodificables de la personalidad de los/las participantes, y acercarnos a una comprensión del fenómeno como multicausal, con numerosos factores de riesgo y protectores que actúan a nivel tanto individual, familiar, escolar y comunitario. La incorporación de un enfoque ecológico relacional y multicausal nos habilita mayores posibilidades de acción e identifica a la Escuela como un actor clave en la prevención y control de las situaciones de intimidación. Esta mirada sostiene que la participación de los niños y niñas en estas situaciones no está determinada por características o rasgos fijos de una personalidad, sino que se debe a conductas modificables en el tiempo que asumen los y las estudiantes en un proceso de aprendizaje de sus relaciones sociales. En este proceso de socialización de los niños y niñas, el rol de los adultos, tanto docentes como padres, es clave: ellos son quienes, a través del ejemplo y la palabra, orientan a los chicos y chicas a reconocer cuando una actitud es inapropiada o injusta; les enseñan como evitar participar en este tipo de situaciones y ser solidarios con otros. Estas acciones deben comprender la influencia de los distintos actores que integran la escuela: las autoridades, docentes, familia y también aquellos niños y niñas que no participan activamente, ya que al no reportar las intimidaciones a un adulto o si no se solidarizan con las y los agredidos pueden beneficiar al sostenimiento del maltrato en el tiempo. La mirada ecológica relacional resalta la necesidad de intervenciones que integren a los distintos actores de la comunidad educativa, habilitando estrategias universales de prevención / promoción y no sólo medidas resolutorias de conflictos que abordan a los/las participantes exclusivamente. La intimidación puede y suele transformarse en algo cotidiano en la Escuela afectando a niños y niñas durante años. Los adultos no suelen intervenir en la formación de los vínculos entre los niños, lo genera que los conflictos no siempre se resuelvan de buena manera.
Para que exista intimidación entre pares las agresiones no sólo deben darse de manera continua, sino que se establece una relación de dominación, de poder de un niño, niña o grupo sobre una persona más débil física o emocionalmente. Algunos chicos hostigan a otros como forma de obtener un lugar de prestigio o de reconocimiento por parte de sus compañeros. En la investigación realizada en las ciudades de Bahía Blanca y Córdoba se observó cómo los y las estudiantes actúan hostilmente hacia otros compañeros como un mecanismo que les posibilita ser reconocidos por el grupo de pares o para evitar quedar cuestionados por ellos. El 17 % de chicos o chicas que han sufrido intimidación terminan el año escolar agrediendo a otros compañeros. En el caso de la intimidación escolar, en nuestra cultura existe la falsa creencia de que las formas de relacionarse entre niñas, niños, adolescentes que tienen matices violentos, es una situación natural, se piensa que los niños y las niñas se llevan así porque es “propio de su edad”, porque es un “juego de niños”, porque “así se llevan” y en frecuentes ocasiones, la violencia en contra de alguien está justificada porque “se lo buscó” o, porque se trata de una “broma”. Esta forma de justificar y naturalizar la violencia, encuentra su razón de ser en la forma en cómo ha sido transmitida a través de generaciones y permeada a través de los agentes socializadores, reproducida por todos los sectores de la sociedad de manera consciente o inconsciente y en este caso, por las y los miembros de la comunidad educativa. Al no ser abordado el problema por los adultos, las y los alumnos comienzan gradualmente a ver aquella persona maltratada de manera negativa y pasan a entender la intimidación como algo aceptable en el grupo. Hasta puede llegar a convertirse en un hábito hostigar a un compañero o compañera. En estos casos resulta casi imposible que aquellos niños y niñas que no participan de este tipo de maltrato se les ocurra defender a la persona que está siendo agredida. Es necesario que los y las docente reprueben dichas situaciones, guíen y acompañen la formación de vínculos de respeto y solidaridad entre los niños y niñas. Es necesario reflexionar sobre estos conceptos y sobre el rol que asumiremos los y las docentes, directivos y familiares para que la escuela se convierta en una alternativa respecto a la forma de relacionarse, basándose en vínculos solidarios, tolerantes, colaborativos, por lo tanto no debe renunciar a colocarse en ese lugar potenciador de la persona, de la confianza, de la seguridad y la autoestima de sus actores. Esto es posible a través de la construcción de propuestas de participación donde todos tengan iguales oportunidades de incorporarse, y a la vez, donde no se fijen posiciones o jerarquías sino que estas sean problematizadas. Es necesario que los adultos, que somos ejemplo y guía de los más pequeños prestemos atención a sus formas de relacionarse. Y actuemos siempre que veamos o nos enteremos que un niño o niña participa de este tipo de situaciones. La intimidación afecta tanto a quienes ejercen como los y las receptores de maltratos. El desafío no recae sobre los niños, sino en responsabilizarnos en su formación como ciudadanos solidarios y respetuosos de los demás. SI BUSCAS RESULTADOS DISTINTOS NO HAGAS SIEMPRE LO MISMO Los problemas de convivencia en la Escuela y sobre todo la intimidación entre pares al repetirse en el tiempo parecen no tener solución a pesar de los reiterados intentos y buena voluntad de los y las docentes. Una herramienta para superar estas dificultades es la incorporación de un enfoque ecológico. La intimidación entre pares es generalmente interpretada por los medios de comunicación, la comunidad y docentes desde una perspectiva que se centra exclusivamente en las características de la personalidad de aquellos niños y niñas que ejercen los malos tratos y en quienes los reciben de manera constante. La visualización de esta problemática desde un punto de vista ecológico, permite una comprensión diferente del fenómeno al reconocer las influencias para su surgimiento y mantenimiento en el tiempo de otros actores y factores de esta problemática. Un enfoque ecológico es una mirada que analiza la intimidación entre pares a nivel poblacional. Al abrir nuestra perspectiva podemos comprender que el hostigamiento es un fenómeno dinámico y multicausal. Los niños y niñas asumen distintos roles (intimidar, ser intimidado, ejercer ambas conductas o ser espectador) y estos pueden cambiar a lo largo del tiempo. La investigación realizada en Bahía Blanca relevó que algunos niños y niñas (13%) intimidan o sufren el hostigamiento de manera constante, mientras que otros (32%) se involucran sólo transitoriamente. Las teorías que asocian la intimidación exclusivamente a las características de la personalidad de los niños y niñas nos dan a entender que la resolución de dichas situaciones está fuera de nuestro alcance. La incorporación de un enfoque ecológico nos habilita mayores posibilidades de acción, al comprender que no son características fijas de una personalidad, sino conductas modificables en el tiempo que asumen los estudiantes en un proceso de aprendizaje de sus relaciones sociales. Al permitirnos reconocer que nuestros alumnos y alumnas pueden asumir distintos roles que cambian según las circunstancias, nuestros esfuerzos deben centrarse en acciones y actividades que los conduzcan a no participar de dichas situaciones y ser solidarios con los otros. Es necesario comprender como los distintos actores que integran la escuela influyen para que surjan y se mantenga la intimidación e integrarlos a la hora de trabajar para su prevención y reducción. Trabajar de manera participativa en la elaboración de acuerdos de convivencia y el desarrollo de actividades para el desarrollo de la empatía, la solidaridad y el respeto a las diferencias que integren a los distintos actores que forman la escuela: estudiantes, docentes, autoridades y familias ayuda a reducir las situaciones de intimidación. 7 cosas que deberías saber sobre la intimidación entre paresLa intimidación entre pares es un fenómeno que preocupa por su frecuencia y gravedad ya que afecta la salud física, emocional y psíquica de niños y niñas en edad escolar. Es importante reconocer las características que definen este tipo de violencia para pensar como detenerla.
¿Cómo estar alerta y detectar la intimidación tempranamente?Los adultos no solemos advertir las situaciones de intimidación porque los niños y niñas no nos avisan si ven o viven dichos maltratos, por temor o vergüenza. El 63% de los niños y niñas refirieron que les cuentan a otras personas que no son sus docentes o no le dicen a nadie cuando sufren intimidación. Sólo 36% de 520 estudiantes hablarían de estas situaciones con sus familias. Si bien 312 de 407 niñas y niños encuestados, señala que las situaciones se dan en clase o en el patio en ausencia del docente. 117 afirmaron que también suelen ocurrir con la presencia de adultos durante las clases y un 19% que se dan en el patio cuando están presentes las y los docentes, sin ser percibidas por los mismos. ¿QUÉ PODEMOS HACER PARA ESTAR ALERTAS Y DETECTAR LA INTIMIDACIÓN ? La estrategia más eficiente es el diálogo Es necesario generar espacios de escucha activa, ya que de esta forma podemos entender las problemáticas desde las perspectivas de los propios niños y niñas incorporando sus necesidades para la resolución de problemas. Es importante reconocer que toda vez que un niño o niña decida hablar con un adulto sobre situaciones de hostigamiento o intimidación, especialmente sobre casos concretos que involucran a estudiantes dentro o fuera de la escuela, constituye una oportunidad. Los docentes y familias deben brindar atención a cada caso particular y, ante esta eventualidad, comunicarse entre sí de manera de articular acciones que permitan detener la situación. Existen algunos indicios que pueden alertar al docente sobre la existencia de intimidación. Es importante que los maestros consideren estas señales o situaciones, y que se las comuniquen a las familias, para que también presten atención y contribuyan a su detección.
La realización de manera participativa de los Acuerdos de Convivencia acompañados por actividades para la construcción de competencias ciudadanas son las estrategias más efectivas para la prevención y reducción de las situaciones de intimidiación. ¿QUÉ ES LA INTIMIDACIÓN ENTRE PARES?La intimidación entre pares es una de las formas en la que se expresa la violencia entre niños y niñas que afecta su salud y bienestar. ¿Qué podemos hacer para reducir y prevenir estas situaciones desde la Escuela?La intimidación entre pares sucede cuando una niña o niño es insultado, agredido físicamente, excluido de su grupo de pares, amenazado o atemorizado por otro u otros niños.
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Octubre 2016
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