En nuestra sociedad coexisten múltiples identidades y modos de mirar el mundo, formas de pensar diversas que se expresan y conviven también dentro del ámbito escolar. Estas diferencias producen conflictos que a diario vivimos en nuestras aulas, por ello se vuelve fundamental educar para la diversidad, el respeto al otro y la tolerancia, lo que nos ayuda a reducir y prevenir las situaciones de intimidación y enriquece nuestra convivencia y nuestro transitar por las instituciones.
Es así que nos preguntamos, ¿cómo hacemos para que la convivencia democrática sea una práctica cotidiana en la escuela, donde todos y todas logremos un clima de diálogo y respeto?, las asambleas de aula son un recurso que puede ayudarnos a trabajar y responder esta pregunta. Muchas de las situaciones que vivimos a diario en la escuela pueden convertirse en oportunidades para el aprendizaje. No se trata de esperar a que se dé el conflicto para generar instancias de reflexión, sino que los hechos y contenidos que nos pasan día a día en las aulas nos permiten ir construyendo y aprendiendo colectivamente. Sin embargo, para que estas situaciones puedan ser puntos de partida para la reflexión es importante generar los espacios que habiliten el diálogo y el encuentro, donde se puedan reconocer los problemas entre todos y todas y la palabra circule democráticamente. En este sentido, incorporar y sostener dentro del año curricular estrategias como las asambleas de aula nos permite partir de lo cotidiano para trabajar con los niños y niñas, buscando mejorar la convivencia y con ello reducir las situaciones de intimidación. Desde un enfoque basado en los derechos, se impulsa la autonomía de los y las estudiantes dentro del ámbito escolar, la toma de conciencia sobre sus derechos y el reconocimiento de sus intereses y puntos de vista. En esta línea, la participación estudiantil encuentra un lugar muy valioso en las asambleas de aula, un lugar donde se trabajan temas de interés común, se aprende a argumentar, se promueve el diálogo como relación horizontal y se democratizan las decisiones. Además, esto conlleva un gran aprendizaje para la ciudadanía, en cada asamblea los miembros de la comunidad educativa incorporan actitudes, valores y competencias democráticas. Las asambleas de aula son así una estrategia que permite acercarnos a la participación protagónica infantil, una participación real, situada, que vaya aumentando con el transcurrir de los encuentros. Los niños y niñas van adquiriendo cada vez más experiencia y herramientas para asumir tareas en la organización y desarrollo de las asambleas, en el registro y la mediación, para que los adultos podamos ir corriéndonos de esos lugares hasta llegar a lograr asambleas realmente horizontales. Para ello es fundamental que habilitemos la escucha, que los temas tratados sean elegidos desde los intereses de los niños y las niñas y que su punto de vista sea tenido en cuenta y respetado. Las asambleas dentro de la escuela son además un espacio muy rico para trabajar los contenidos curriculares. Llevar los temas trabajados en clase a la asamblea nos permite encararlos de un modo diferente, generando aprendizajes más transversales e integrales y menos segmentados, a la vez que estos aprendizajes cobran otros sentidos y significados para los y las estudiantes. Además, vincular las asambleas con los contenidos de la currícula nos permite utilizar este recurso de forma sistemática y sostenida en el tiempo. Generar y sostener espacios de participación dentro de la escuela, donde se conciba a los niños y las niñas como protagonistas de los encuentros y los aprendizajes es un paso necesario para democratizar las instituciones educativas. Sólo escuchando al otro y construyendo con él lograremos mejorar los climas escolares, generar respeto hacia lo diferente y reducir la intimidación en nuestras aulas.
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Octubre 2016
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