La intimidación entre pares es un fenómeno que preocupa por su frecuencia y por los efectos perjudiciales que provoca en la salud tanto de los niños y niñas que agreden como quienes reciben los maltratos. La investigación científica nos brinda herramientas nuevas para entender esta problemática.
La intimidación entre pares es un problema que tiene lugar en la escuela desde hace mucho tiempo. Pero los niños y niñas que concurren a estos establecimientos ya no son los mismos, son comprendidos desde otro lugar al igual que el propio establecimiento y sus docentes. ¿Desde que miradas vamos a comprender las situaciones de intimidación en las escuelas para poder abordarlas en su real dimensión? Es necesario asumir una mirada que analice la intimidación entre pares a nivel grupal. El hostigamiento entre pares es entendido como el resultado de las relaciones en el seno de un colectivo y no solamente un comportamiento individual. Es un fenómeno que resulta de una compleja trama de interacciones entre el niño y la niña con sus pares, las y los adultos de escuela, la familia y la comunidad; La visualización de esta problemática desde un punto de vista ecológico, que se aleja del enfoque individual, permite una comprensión diferente a la que habitualmente hacen los medios, la comunidad o incluso algunos integrantes de las escuelas, centrada en la persona, en “el/los niño/s o la/s niña/s conflicto. Los resultados del estudio realizado por la Universidad del Sur de Bahía Blanca y la Universidad Nacional de Córdoba, permitieron constatar que, efectivamente, la intimidación entre pares tiene un comportamiento dinámico. Los niños y niñas pueden asumir distintos roles (intimidar, ser intimidado, ejercer ambas conductas) y estos pueden cambiar a lo largo del tiempo. Por ejemplo, la investigación realizada relevó que algunos (13%) intimidan o sufren el hostigamiento de manera constante, mientras que otros (32%) se involucran sólo transitoriamente. Este enfoque permite descartar aquellas teorías que asocian al hostigamiento exclusivamente a características inmodificables de la personalidad de los/las participantes, y acercarnos a una comprensión del fenómeno como multicausal, con numerosos factores de riesgo y protectores que actúan a nivel tanto individual, familiar, escolar y comunitario. La incorporación de un enfoque ecológico relacional y multicausal nos habilita mayores posibilidades de acción e identifica a la Escuela como un actor clave en la prevención y control de las situaciones de intimidación. Esta mirada sostiene que la participación de los niños y niñas en estas situaciones no está determinada por características o rasgos fijos de una personalidad, sino que se debe a conductas modificables en el tiempo que asumen los y las estudiantes en un proceso de aprendizaje de sus relaciones sociales. En este proceso de socialización de los niños y niñas, el rol de los adultos, tanto docentes como padres, es clave: ellos son quienes, a través del ejemplo y la palabra, orientan a los chicos y chicas a reconocer cuando una actitud es inapropiada o injusta; les enseñan como evitar participar en este tipo de situaciones y ser solidarios con otros. Estas acciones deben comprender la influencia de los distintos actores que integran la escuela: las autoridades, docentes, familia y también aquellos niños y niñas que no participan activamente, ya que al no reportar las intimidaciones a un adulto o si no se solidarizan con las y los agredidos pueden beneficiar al sostenimiento del maltrato en el tiempo. La mirada ecológica relacional resalta la necesidad de intervenciones que integren a los distintos actores de la comunidad educativa, habilitando estrategias universales de prevención / promoción y no sólo medidas resolutorias de conflictos que abordan a los/las participantes exclusivamente.
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Octubre 2016
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